Se trata de esa etapa de la vida donde el joven universitario pasa de ser el muchacho ingenuo al ciudadano de verdad. Es la bienvenida al mundo real, que a muchos nos a recibido con una muy mala cara.
Algo que es muy común es el punto de que te ilusionaron con el puesto, el sueldo bajo o inexistente, que subestimen sus capacidades, entre otros es algo muy común aunque no lo creas a muchos les pasa.
La experiencia de la pasantía que comienza en el infernal proceso de conseguirla, es para muchos la plataforma de éxito hacia la vida laboral, pero para otros, se trata de una auténtica cachetada contra los hermosos sueños del universitario y su profesión.
Estas son alguna de las peores cosas de ser pasante o practicante:
1) Que todo el tiempo lo llamen ‘Niño o algún diminutivo’
Que le digan a uno todo el tiempo ‘Niño’. ‘¿Niño ya tiene el informe?’ ‘Niño tráigase unas gaseosas’ ‘¿Joven si le ha gustado el trabajo? (Cuando en realidad ya eres mayor y bastante responsable)’ El problema es cuando uno crea tal estigma que aún llevando años en la empresa sigan diciéndole ‘joven o niño’, lo que se extiende y hace que todos continúen apodándolo con total confianza.
2) El sueldo bajo o inexistente
Algunos afortunados que decidieron estudiar carreras prácticas y mayormente técnicas como alguna administración o ingeniería, corren con la suerte de una remuneración considerablemente buena en su pasantía. Pero si usted cometió la locura (satisfactoria locura) de estudiar alguna humanidad, como Ciencia Política o Filosofía, y como no, Periodismo, desbarate de una vez la ilusión de recibir un sueldo ‘proporcional’ a sus conocimientos durante esta etapa.
Pero si decide irse por el sector público, ahí si considérese un desempleado más, pues un empleo debe corresponder a un ingreso, y ahí, no le pagarán nada.
Unas de las peores cosas de ser practicante es que no te paguen, pues te exigen como un empleado más, debes cumplir con un horario, y cargar con todos los costos que acarree la realización de la labor.
3) La falta de respeto hacia las mujeres.
Es una realidad en la lógica instintiva de los hombres, que en una relación de superioridad jerárquica en un escenario laboral se crea que las posibilidades de conquistar a una mujer son mayores. De tal manera que si la pasante es bonita, esa creencia, un tanto absurda pero natural, intentará materializarse. No sobra decir que la pasante está en el escalón más bajo de la jerarquía y que por lo tanto es el blanco al cual todos apuntan.
En el caso de las mujeres, lo peor de ser pasante son los jefes con pretensiones de casanova, tratando de conquistarla.
4) Que crean que no tiene nada más que hacer
Que crean que porque uno es practicante no tiene nada más que hacer. ‘¿Puede venir mañana sábado?’ y uno con esa voz temblorosa, y con ganas de hacer relaciones, ganarse el lugar para más adelante aspirar a un cargo en ese sitio, a sabiendas que tiene mil cosas pendientes por hacer como presentar parciales o asistir a clases, respondes ‘sí’.
Como cualquier ser humano, el practicante también tiene otras responsabilidad, por lo general no de familia, pero para muchos se trata de una etapa donde justamente, a falta de una familia por la cual responder, puede estar metido en todo y ocupar su tiempo en algún proyecto de la vida real que le de alguna opción futura.
5) Que lo ilusionen con el puesto
Pobre hombre, pues las ilusiones laborales puede ser mucho peor que cualquier otra. Algunos jefes utilizan ese argumento como estrategia de presión para que el joven rinda, otros son más sinceros y le hacen caer en cuenta de las posibilidades reales.
Sin embargo, sea donde sea y en cualquier circunstancia se debe dar el 100 por ciento y hacer el mejor esfuerzo. Eso si, no se confíe, pues las prácticas tienen un término definido, así que desde ese mismo momento busque otras posibilidades para que después de unos duros meses de sacrificio no le pase lo de este lector.
6) Que lo desvaloricen
Cuando hice mi práctica profesional, había algunos empleados que nos miraban por encima del hombro, Que se creían con derecho a regañar y fastidiarme, no había un lugar donde reunirse, tocaba atender a todos en el corredor a la vista de todos”.
Muchas profesiones tan fundamentales para la humanidad son bastante desagradecidas con sus ejecutores, es especial (especialmente terrible) para sus practicantes.
Pero volviendo al punto, es cierto que en muchos espacios suele pasar eso, que desvaloricen al practicante por estar en el más bajo escalón de todos.
7) No tener las herramientas adecuadas de trabajo
Si hay dos computadores para asignarle al practicante y a un profesional, por un lado un PC con Windows y por el otro un Mac de última generación, es seguro que al practicante le darán el primero.
Como su trabajo es ‘básico’, pues qué más da que las herramientas de trabajo también lo sean. Pero por otro lado se trata de una cuestión de ‘estatus por descarte’, batalla en la cual el practicante siempre saldrá perdiendo.
8) Que sobreestimen sus capacidades
La universidad provee conocimientos teóricos y conceptuales, y en casos privilegiados algunos prácticos. Pero el pobre universitario nunca se imagina que lo que va a hacer en el mundo laboral no es lo que pensaba y que probablemente no va a tener la más mínima idea de cómo hacer lo que le pongan a hacer.
Es así como el choque más fuerte se da cuando se sobreestiman las capacidades del practicante sin una inducción apropiada. Por supuesto, esta persona no tiene posibilidad de dar un no como respuesta frente a una orden, así no sepa. Situación bastante estresante.
9) Que subestimen sus capacidades
A pesar de que el practicante universitario habla varios idiomas, tiene una excelente preparación y puede afrontar diferentes retos profesionales, muchas veces es relegado a sacar fotocopias, hacer las ayudas visuales de las presentaciones de los jefes y colaborar en los eventos que se inventa el área de recursos humanos: las novenas, las integraciones, el día de la secretaria entre otros…
Es una realidad. En ocasiones se subestiman esas capacidades, pero alguien tiene que hacer el ‘trabajo sucio’. Ahora bien, justamente ese tipo de tareas llegan a comprobar las aptitudes de la persona para ganarse con el tiempo la confianza del superior y poder entrarle a responsabilidades consecuentes con el conocimiento y la preparación.
10) Los estereotipos
Un practicante puede reconocerse a distancia. En el caso de los hombres, es evidente cuando utiliza una ropa que le incomoda por falta de costumbre, o si no tiene las posibilidades para comprarse una buena ropa (que es lo común porque le pagan muy poco), no queda otra que el pantalón ‘formal’ con el saco ‘cuello V’ y la corbata gruesa por dentro. En este escenario las mujeres merecen todo un ‘10+’,
Sin embargo, todo esto se deja de lado si la empresa no exige un protocolo de vestimenta. Ahí no habrá problema, pues el practicante puede llegar a ser ‘el más impactante’ y resaltar por algo.
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